Por Barbara Salas Vanini
Minas Conga es un proyecto
minero ubicado en el departamento de Cajamarca, el cual contempla una
inversión total de US$ 4,800 millones y una ganancia total para el Estado peruano por impuestos y
regalías estimada en US$ 2,800 millones. La compañía minera Yanacocha
–conformada por sus socios Newmont Mining Corporation (51,35%), Compañía
Buenaventura (43,65%) e International Finance Corporation (5%)– tiene previsto
explotar este yacimiento aurífero durante los próximos veintisiete años (tres
de construcción de reservorios, diecinueve de operación y cinco de cierre), dando
trabajo a más de 6,800 personas.
Pese a los supuestos beneficios, los cajamarquinos de los
distritos de Huasmín y Sorochuco, en la provincia de Celendín, y del
distrito de la Encañada, en la provincia de Cajamarca, se oponen a Minas Conga,
entre otros factores, por el impacto ambiental que puede ocasionar en la zona,
especialmente al recurso del agua. Así, la situación en Cajamarca ha desatado
una serie de manifestaciones tanto pacíficas como violentas, producto de la
polarización de la población por este conflicto socioambiental, uno de los
tantos que existen en el Perú.
Lo que parecen olvidar los defensores del proyecto minero
es que el crecimiento económico no asegura el progreso del país. Según el IDH
(Índice de Desarrollo Humano) del PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo), el progreso de un país no sólo se mide por el crecimiento
económico sino que también por criterios como la salud, educación, democracia,
igualdad, etc. Por lo tanto, no se puede afirmar que con el proyecto Minas
Conga, y en general, con la minería, todos los peruanos tengamos asegurada la
mejora de la calidad de vida y, por ende, el desarrollo de nuestro país.
El Perú sí es un país minero, pero eso no significa que se
deban llevar a cabo proyectos de extracción de metales en cada lugar donde se
encuentre mineral. La tan prometida inclusión social implica el reconocimiento
de los derechos de las minorías y reducir la situación de marginalidad de
determinados grupos sociales. En el caso de Minas Conga, la minoría ignorada
son los cajamarquinos, en particular los pobladores rurales, quienes necesitan
el recurso hídrico para sobrevivir, hacer agricultura y preservar su medio
ambiente. Estos ciudadanos peruanos también quieren el progreso integral del
país, por lo que, con justa razón, demandan el cuidado del agua, antes que la
mina.
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