Por: Carlos Sánchez
El caso Chehade huele mal, y un halo de corrupción rodea a quien participó activamente en la extradición del ex presidente Fujimori en 2007. La situación es muy extraña, y aún hay más interrogantes que certezas. Primero, aún no se puede establecer cuál fue el rol del vicepresidente en este cónclave gourmet que, en el restaurante Brujas de Cachiche, reunió a tres generales de la Policía Nacional y allegados a Chehade. Segundo, ¿alguien comprende cuál es el interés real del vicepresidente en la azucarera Andahuasi? Y tercero, extraña que el presidente Ollanta Humala haya dejado pasar una oportunidad como ésta. Salvando las distancias, el asunto es tan mediático como el caso Ciro, pero el presidente no ha sabido, o no ha querido, mostrarse enfático; no ha expuesto a los medios ni su liderazgo político, ni su capacidad de mando y ni tampoco su tan pregonada lucha frontal contra la corrupción.
Wong, en tanto grupo empresarial, no aportará mucho a las investigaciones. A través de su representante, ha declarado que judicialmente está todo a su favor. Sin embargo, si somos objetivos, este es un movimiento obvio para mantener la ‘buena’ imagen corporativa. No obstante, sería muy grave que se compruebe que esta empresa familiar, que ya forma parte de la primera gran crisis política de este gobierno, jugó sus cartas bajo la mesa (del restaurante).
Si el general en retiro Guillermo Arteta no miente y el tema principal de la cena fue el desalojo de la azucarera Andahuasi, el clan familiar estaría “metiendo cabe” al orgullo de miles de peruanos emprendedores, quienes vieron en ellos un ejemplo de lucha y superación a base de esfuerzo y trabajo honesto. ¿Dónde quedó el espíritu emprendedor de la bodega? Si la familia Wong usó a Chehade, no cabe duda que el vicepresidente es un “wong” más.
El caso Chehade huele mal, y un halo de corrupción rodea a quien participó activamente en la extradición del ex presidente Fujimori en 2007. La situación es muy extraña, y aún hay más interrogantes que certezas. Primero, aún no se puede establecer cuál fue el rol del vicepresidente en este cónclave gourmet que, en el restaurante Brujas de Cachiche, reunió a tres generales de la Policía Nacional y allegados a Chehade. Segundo, ¿alguien comprende cuál es el interés real del vicepresidente en la azucarera Andahuasi? Y tercero, extraña que el presidente Ollanta Humala haya dejado pasar una oportunidad como ésta. Salvando las distancias, el asunto es tan mediático como el caso Ciro, pero el presidente no ha sabido, o no ha querido, mostrarse enfático; no ha expuesto a los medios ni su liderazgo político, ni su capacidad de mando y ni tampoco su tan pregonada lucha frontal contra la corrupción.
Wong, en tanto grupo empresarial, no aportará mucho a las investigaciones. A través de su representante, ha declarado que judicialmente está todo a su favor. Sin embargo, si somos objetivos, este es un movimiento obvio para mantener la ‘buena’ imagen corporativa. No obstante, sería muy grave que se compruebe que esta empresa familiar, que ya forma parte de la primera gran crisis política de este gobierno, jugó sus cartas bajo la mesa (del restaurante).
Si el general en retiro Guillermo Arteta no miente y el tema principal de la cena fue el desalojo de la azucarera Andahuasi, el clan familiar estaría “metiendo cabe” al orgullo de miles de peruanos emprendedores, quienes vieron en ellos un ejemplo de lucha y superación a base de esfuerzo y trabajo honesto. ¿Dónde quedó el espíritu emprendedor de la bodega? Si la familia Wong usó a Chehade, no cabe duda que el vicepresidente es un “wong” más.
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