Buscar en el blog

7 sept 2011

Cipriani no va a gobernar mi universidad

Por Barbara Salas Vanini

En las últimas semanas, se ha discutido mucho en los medios de comunicación, auditorios y salones de clase la disputa que tiene por contendores a la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) y el Arzobispado de Lima.  Este tema reingresó en agenda debido a un comunicado, cuyo mensajero fue el Cardenal Juan Luis Cipriani, proveniente de la Congregación para la Educación del Vaticano, en la que se pedía que el estatuto de la PUCP se adecúe a la Carta Encíclica Ex Corde Ecclesiae –una especie de constitución apostólica que regula a las universidades católicas en el mundo–; de esta manera, el documento transmite una serie de modificaciones y correcciones que la PUCP debería llevar a cabo, entre las que destaca la elección del rector, quien sería nombrado por el Gran Canciller (Cipriani) de una terna propuesta por la Asamblea Universitaria.   
Este nuevo acontecimiento, a pesar que no está directamente relacionado con el conflicto judicial que la PUCP va a sostener con el Arzobispado por la interpretación de los testamentos del gran benefactor José de la Riva Agüero, sí refleja lo mismo: la pretensión del Cardenal Juan Luis Cipriani de controlar administrativamente y económicamente a un centro de estudios universitarios que se ha caracterizado por ser autónoma y plural, cualidades que la han llevado a consolidarse como una de las instituciones más importantes en nuestro país.
Debido a los rebotes mediáticos que este pedido de la Santa Sede ha causado, –articulado, sin duda alguna, por el mismo Arzobispado– muchos se han pronunciado sobre el tema, cuestionando la pluralidad, la libertad de cátedra, la catolicidad y la forma de autogobierno de la universidad, como si el meollo del asunto se centrará en esos aspectos. Sin embargo, también es válido cuestionar la transparencia, honestidad y catolicidad de la contraparte, el Arzobispado de Lima y su máxima autoridad, el Cardenal, cuya figura ha estado ligada a ciertas tendencias políticas e ideológicas que sí atentan con el espíritu crítico de la PUCP. Lejos de limitarse al cumplimiento de sus funciones como representante de la Iglesia Católica en el país, el Cardenal siempre ha alzado su voz sobre asuntos políticos y económicos en espacios destinados a difundir esa catolicidad que ahora mancha con sus codiciosos actos.
Sí, la PUCP está en una guerra, como expresó el Rector Marcial Rubio, pero ¿contra qué o quién? ¿Contra la Iglesia Católica, que, salvedades aparte, está inmersa en una serísima crisis de credibilidad debido a las atrocidades cometidas por sus sacerdotes en todo el mundo, o contra Juan Luis Cipriani, representante de dicha institución, cuyos delirios trasnochados de grandeza perjudican aún más la figura de la Iglesia en el país? Pese a que el pedido de modificación del estatuto es proveniente de la Santa Sede, es muy difícil imaginarse esta penosa situación sin la participación activa del Cardenal Cipriani.
 Por ahora, sólo queda aguardar la decisión de la Asamblea Universitaria sobre la ejecución de los cambios en el estatuto. No obstante, vale decir que la comunidad PUCP tiene una posición firma y clara: Cipriani no gobernará la universidad, pues la educación no es una “cojudez”.   
     

No hay comentarios:

Publicar un comentario