Una tarde calurosa, un estadio lleno y una fanaticada que animaba con furor fueron el escenario para un partido emocionante y entretenido. Se jugaba el encuentro central del US open: la gran final. En la cancha se encontraban calentado el número uno y dos del mundo del ATP: Djokovic y Nadal. El inicio, el desarrollo y la conclusión del juego tuvo un líder: el número uno del tenis. Su victoria no debería ser una novedad; sin embargo, este triunfo será la consolidación e inicio de una nueva era liderada por el serbio.
Djokovic, casi imparable desde el
último año, sabía de la importancia de este encuentro frente al español. El
serbio mostró un tenis brillante, un ataque sólido, una buena defensa y una estrategia clara-como en toda la
temporada-para derrotar a Nadal. Estas tácticas y su mente lúcida le han
permitido lograr el objetivo planteado al inicio del campeonato: ganarlo.
El serbio ha entrado en la
historia del tenis. Ganó su tercer Grand Slam del año con una capacidad y
talento digno de un campeón. Obtener los tres torneos lo ha colocado en la
misma dimensión que sus antecesores-Federer y Nadal. La victoria no sólo ha
servido para ampliar la distancia entre el primer y segundo puesto- unos 4100
puntos-sino que representa la madurez en el tenis de Djokovic.
Una madurez que ha llegado de la
mano con momentos tristes-como las derrotas en la final del US Open del 2010 y
2007 frente a Nadal y Federer respectivamente. No obstante, estos golpes han
ocasionado un cambio positivo:
Djokovic comenzó a creer en sí mismo. Su actitud-alegre y confiada- es la
cara de su actual juego.
Los miedos se han ido. Superado
el susto de las semifinales frente a Federer y sobreponiéndose en lo físico y
mental a la ofensiva de Nadal en la final. El número uno es consciente de las
arremetidas que tanto el suizo y el español darán para arrebatarle el liderato
del ATP. El torneo no sólo mostró la fortaleza del serbio, sino que también a
un Nadal y un Federer más explosivos, más claros y mejorando, aún más, su
tenis.
El US Open, Wimbledon y Australia
nos ha dado un gran campeón. El serbio, quien vive su año dorado, está jugando
un tenis perfecto. El cierre del US Open nos ratificó su estilo: un juego
sólido, ofensivo y nada dubitativo. Los campeonatos, su juego y su actual
posición confirman que el tenis tiene un único dueño: Novak Djokovic.
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